Special contributions

This is a special contribution by Mª José Moure, a wonderful caricature of Oscar Wilde drawn in her Art class after an image taken from the net.




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An excellent analysis of Oscar Wilde's meaning to life and literature by Roberto Vivero, writer and editor.




«They are the elect to whom beautiful things mean only beauty»


En la edición de 1914 (Duffield & Company, New York) de Oscar Wilde And Myself (sin traducción en español; en castellano pueden leerse las Cartas a Lord Alfred Douglas, de Wilde, publicadas por Tusquets en 1987), Bosie, una vez dejado atrás el «Prefacio» en el que nos recuerda que este libro no deja de ser una respuesta al De profundis, es decir, a las acusaciones de Wilde contra su persona y al uso público y ante los tribunales de esa «información» en su contra, al tiempo que él no puede usar el mismo «material» en su defensa; afirma, decimos, en la «Introducción»: «I suppose that my first meeting with Oscar Wilde was to me, at that time, a little thing. By this I do not mean that I was other than glad to meet a man of Wilde’s culture and attainments, but I was not particularly impressed by him at first, and, if I never set eyes on him, I should certainly have lost nothing» (p. 3). Lord Alfred Douglas resume en esta frase si no su opinión definitiva sobre Wilde, sí el contenido de este libro: una defensa contra sus acusadores (los amigos de Wilde) y no un ataque contra Wilde, defensa que ni siquiera sería el propósito de la obra, sino una consecuencia inherente al método para alcanzar su objetivo: decir quién era Wilde y cuál era su relación con la vida y la literatura. («This book is not an apology for me, neither is it a work undertaken on the tu quoque or tit-for-tat principle against Wilde. I am of opinion that, in the circumstances, there is no man living who can put Oscar Wilde into his true relation to the life and literature of his time more accurately than myself  […] My enemies have compelled me to defend myself, and if, in the course of that defense, I have had to tear away some of the undeserved laurels which have been heaped upon his brow and dissipated some of the undeserved incense which has been offered up at his shrine, I have done him no wrong, and I feel that I may conceivably have made a slight contribution to the literary and general good» (pp. 297-8).

Sin meternos en el contenido de las casi 300 páginas del volumen, bastan estas citas para imaginar la risa de Wilde si las hubiese leído, una risa que probablemente no iría dirigida tanto a la torpeza retórica de Bosie como a la indignación de ciertos lectores que al leer estas palabras no dejarían de recoger del suelo las hojas de laurel caídas, de encender casi 300 barritas de incienso para colocar junto al altar de Wilde, y de poner una denuncia en algún tribunal de lo civil, lo criminal o lo moral. Este Lord Alfred Douglas a Wilde le seguiría pareciendo «a child in his hands» (p. 297), un niño en un brutal mundo de adultos (editores, familias, amigos de amigos, etc.) que intenta defenderse tanto de los ataques de los amigos del enemigo como de las presiones de los propios amigos («The forces against me are undoubtedly numerous and powerful. On the other hand, it is very certain that I shall not run away from them», p. 298) con trucos de abogado (como diría Kafka) y con las malas artes de todo crítico. Porque uno puede reírse del niño travieso, pero más risa dan los adultos que se toman en serio las travesuras del niño.

Sin embargo, hay dos detalles que han de llamarnos la atención. Bosie afirma que de no haber conocido a Wilde, no se habría perdido nada; y, por otra parte, nos dice que nadie mejor que él está en disposición de hablar sobre Wilde —sobre su relación con la vida y la literatura—, porque nadie lo conocía mejor que él. Bosie quiere desenmascarar, derribar ídolos, destruir altares. Y hace bien. Lo único malo es que se equivocó tanto de objetivo como de método. Decir que uno no se habría perdido nada de no haber conocido a Wilde es tanto como decir que uno no se habría perdido nada por no haber conocido a un genio. Claro que también podría ser verdad lo que dice Bosie, y él mismo sería un ejemplo de esa verdad, pues ¿cuántos están preparados para coincidir con un genio y saber aprovechar la ocasión? La historia está llena de mediocres que han usado a los genios para practicar el arte del ninguneo y del desprecio. Decir que no se habría perdido nada si no lo hubiese conocido es tanto como afirmar que Wilde bien podría no haber nacido, que Wilde era «algo» sin la más mínima importancia, completamente superfluo e inútil. Algo así, entonces, como un Bosie. Pero por si había alguna duda, Lord Alfred nos asegura que solo a través de él es posible conocer a Wilde, su relación con la vida y la literatura. Ahora bien, ese es el discurso de cualquier sacerdote que se hace necesario como intermediario, pero si ya no hay dios (era un ídolo, un falso dios), ni genio (las hojas de laurel no le pertenecían), ni altar (solo humo, y no precisamente de incienso), ¿para qué un sacerdote? Más bien lo que quedaría es un pelma empeñado en destriparle a quien tiene a su lado los trucos del mago. Lo cierto es que hay un testimonio que habla sobre Wilde sin necesidad de intermediarios, y si no queremos molestar a los muertos (entre los que también hay abogados) echando mano del De profundis, nos queda el resto de palabras de Wilde (y hay que decir «palabras» porque aquí «obras» es un término demasiado pequeño), como, por ejemplo, el «Prefacio» del Retrato de Dorian Gray.

¿Qué necesidad hay de intermediarios, abogados y fiscales cuando tenemos ahí todas las respuestas? Por ejemplo, ¿quién es Wilde? The creator of beautiful things. ¿Quién es Bosie, el crítico? The highest as the lowest form of criticism is a mode of autobiography. Those who find ugly meanings in beautiful things are corrupt without being charming. This is a fault. Si una vida no es más que el cuento que uno se cuenta y que cuenta a los demás, una innumerable cantidad de palabras, muchas de ellas representadas; si una vida no es, en resumen, nada más que un libro, ¿qué lugar queda para el juicio moral? There is no such thing as a moral or an immoral book. Books are well written, or badly written. That is all. En el caso de que se entienda que algo tiene sentido porque cumple una función, porque tiene alguna utilidad, ¿cómo tasar las vidas de Wilde y de Bosie? We can forgive a man for making a useful thing as long as he does not admire it. The only excuse for making a useless thing is that one admires it intensely.

Da igual que uno se llame Wilde y otro, Lord Alfred Douglas. En el mundo siempre ha habido y habrá un Wilde y una legión de Bosies. Wilde es tan inútil como Bosie, pero a Wilde se le admira y de Bosie uno se ríe gracias a la luz que arrojan sobre él las palabras de Wilde. En su escrito Humorismo, Gómez de la Serna llega al fondo del humor para decirnos que el humor solo es posible porque hace que todo fluya y porque su esencia es mostrar el no-ser de lo que es. Bosie es absolutamente necesario como el no-ser de Wilde, y mientras Lord Alfred ataca el ídolo y nosotros le ayudamos indignándonos, el artista, siempre en su ser, se ríe de todos nosotros.


Roberto Vivero


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